Sí,
desencuentro el continuo yo domado
él,
Desarmado y descomprendido
se duele por todo
y por todos los defectos
Es que, amigo disimulado
Una cosa es tener la vida por dispendio
y otra muy distante por preocupación.
Esta noche tengo el alma extendida
sobre mi cuerpo enfermo,
en vigilia,
cubriéndolo del frío y del dolor,
vaciada sobre el molde de mi existencia,
como una fervorosa frazada,
como ese inevitable cielo azul
que cubre a la tierra,
y a pesar, esperando al borde para huir
a los infiernos de la imaginación,
el único lugar donde seguramente
podría sentirse a gusto mi pene desbocado,
en compañía de Baudelaire y de Vallejo,
de Narciso y de Amador,
de ese cabro que murió de sida
y de tanto violador atormentado,
tanto infeliz acaudalado
y tanta puta irredenta,
que algunas mañanas de frío
arman pandillas en tropel.
Pero como para mi no existe cielo sobre tierra
ni los infiernos bajo la mierda que arrojamos,
el alma sufre y cuida al cuerpo
y el cuerpo se conduele del alma
expeliendo dolor,
porque cuando termine de podrirse
ella,
se habrá esfumado como la neblina
que ahora empieza a cubrirlo todo.
Y yo ya me tengo que ir.
En ninguna parte podrán decirme
que estoy equivocado
porque ya no estoy.