viernes, 2 de marzo de 2012

(IN) SEGURIDAD


“Soy feliz cuando sé donde estás
pero no cuando ello ocurre cerca de mí”

La desesperanza se ha puesto mi rostro
y camina en las noches sin luna
entre lupanares, bares y parques oscuros
buscándola debajo de cualquier hombre
mirándola en cualquier mujer
sintiéndola en cualquier olor
descubriéndola oculta entre la yerba
en el asiento posterior de un taxi
en cualquier rincón imposible
en todos los lugares donde lo prohibido
es prohibido prohibir.

Ha vagado mi cuerpo por la ciudad
reptando entre las sombras.
Jamás vio la luz porque oscurecían
sus ojos la desesperanza.
No escuchó las palabras porque
sólo quería oírse llorar.
No sintió a la gente porque
eran obstáculos para encontrarla.
Jamás olió palabras o probó miradas
porque sobre su rostro tenía una máscara
que miraba igual para afuera que
para adentro, diciéndole lo mismo siempre
es ella... es ella... es ella...

Lo han amado los zapateros remendones,
los microbuseros y los vendedores de cigarros.
le han agradecido las mujeres y los homosexuales
a punto de ser violados,
y las niñas y niños arrepentidos.
lo han odiado los chamulleros y pendejos,
los cafichos y adúlteros,
las putas, los cabros, los porteros y meseros
que preguntaban infructuosamente
¿qué se va a servir señor?
lo ha consumido la noche, el frío, la duda,
el odio, la tristeza, el desamor,
y una larga mecha
encendida de cigarrillos
que sólo apagaba para hurgar rostros.

Hoy, después de haber inundado la ciudad
con su mirada inquisidora
al fin la ha encontrado
esperándolo dormida
en la cama de ambos
y se ha echado a su lado
en silencio,
para dormir
en paz.

Acuerdo descubrir mi esfigie en las cosas
y descubro que eres tú
la esfigie de todas mis cosas.



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