jueves, 29 de marzo de 2012

LLUVIA NÚBIDA


De noche mi calle es gris
como la espera que recojo
de tu ausencia;
se miran todas las penas,
se sienten todos los gritos.

De noche, la lluvia que lava mi tristeza
se parece mucho a tu recuerdo 
ahogado en medio del mórbido bullicio
que arrojó tu vida a un vacío inasible.

Sentado en medio de la pista,
invariablemente, espero a diario
que me recoja tu sangre aún fresca
y que me lleve contigo
al cielo donde van los atropellados

Voy como el polvo pegado al sudor
que en medio de la nada se desprende
y ya no soy de nadie.







viernes, 16 de marzo de 2012

POETA

Poeta, hoy celebramos tus 120 años y estás cada día más vivo entre nosotros.














La otra noche que fue la última en la que tuve un sueño, miraba desde una banca estrecha en un parque ignoto la figura silente de alguien parecido a César Vallejo. 


Entonces quise asomarme a su mundo triste y alegre diciendo “Señor Vallejo, ¿me permite usted acompañar su vigilia?”

De pronto en la noche yo era esa sombra inerte y nadie me miraba y la tristeza del hombre torno en singular alegría, porque a pesar del dolor que se empozaba en la mirada, en la piel asomaba el deseo de vivir y decir buenos días, aquí estoy, soy poeta y me gusta cantarle a la vida.

En medio de la bruma que lo encubría todo, confundiéndolo, el poeta se puso de pie y abandonó la escena, quedándome yo con su gesto y su fotografía, algo de su palabra, algo de su sentimiento y un largo río de hojas impregnadas de agonía.

Hoy, desprovisto ya de la ensoñación rendida, como casi todos los que se quieren llamar poetas, cuando decido hacer poesía, cuando intento hacer poesía; cuando no hay manera de decir algo sino con poesía, soy un poco Vallejo (y soy también un poco Arguedas, un poco Nietzsche y un poco Whitman)


Aunque nadie lo sepa, aunque nadie lo lea, aunque no haya un aunque, un por qué, ni un después, ni siquiera una banca de madera en medio de la bruma. Sólo la vida, sólo yo.... y Vallejo sonriendo entre líneas. 

viernes, 2 de marzo de 2012

(IN) SEGURIDAD


“Soy feliz cuando sé donde estás
pero no cuando ello ocurre cerca de mí”

La desesperanza se ha puesto mi rostro
y camina en las noches sin luna
entre lupanares, bares y parques oscuros
buscándola debajo de cualquier hombre
mirándola en cualquier mujer
sintiéndola en cualquier olor
descubriéndola oculta entre la yerba
en el asiento posterior de un taxi
en cualquier rincón imposible
en todos los lugares donde lo prohibido
es prohibido prohibir.

Ha vagado mi cuerpo por la ciudad
reptando entre las sombras.
Jamás vio la luz porque oscurecían
sus ojos la desesperanza.
No escuchó las palabras porque
sólo quería oírse llorar.
No sintió a la gente porque
eran obstáculos para encontrarla.
Jamás olió palabras o probó miradas
porque sobre su rostro tenía una máscara
que miraba igual para afuera que
para adentro, diciéndole lo mismo siempre
es ella... es ella... es ella...

Lo han amado los zapateros remendones,
los microbuseros y los vendedores de cigarros.
le han agradecido las mujeres y los homosexuales
a punto de ser violados,
y las niñas y niños arrepentidos.
lo han odiado los chamulleros y pendejos,
los cafichos y adúlteros,
las putas, los cabros, los porteros y meseros
que preguntaban infructuosamente
¿qué se va a servir señor?
lo ha consumido la noche, el frío, la duda,
el odio, la tristeza, el desamor,
y una larga mecha
encendida de cigarrillos
que sólo apagaba para hurgar rostros.

Hoy, después de haber inundado la ciudad
con su mirada inquisidora
al fin la ha encontrado
esperándolo dormida
en la cama de ambos
y se ha echado a su lado
en silencio,
para dormir
en paz.

Acuerdo descubrir mi esfigie en las cosas
y descubro que eres tú
la esfigie de todas mis cosas.